Desnudando al monstruo verde
La envidia, esa emoción universal que nos hace desear el éxito ajeno, ya sea un nuevo auto, una pareja ideal o un cuerpo escultural. Admitámoslo, todos hemos sentido su aguijón alguna vez, aunque algunos son expertos en camuflarla.¿De dónde viene este monstruo?
Las raíces de la envidia son tan profundas como diversas. Algunos la atribuyen a la comparación social, esa costumbre de medirnos con los demás y sentirnos inferiores ante sus vidas aparentemente perfectas. Otros la culpan a la baja autoestima, esa voz interior que nos susurra que no valemos lo suficiente y que nunca alcanzaremos lo que otros tienen.La sociedad: ¿Cómplice o culpable?
No podemos ignorar el papel de la sociedad actual, obsesionada con el éxito y la felicidad aparentes. Vivimos en una carrera desenfrenada por la cima, donde el valor personal se mide en likes, seguidores y posesiones materiales. En este frenesí, es fácil caer en la trampa de la envidia, pisoteando a quien sea necesario para alcanzar la cima… solo para descubrir que la verdadera cima es la de nuestra propia infelicidad.«La envidia es el dolor ocasionado por la buena fortuna de los demás.» – Aristóteles
Las garras del monstruo: Consecuencias de la envidia
La envidia no solo nos amarga y nos frustra, sino que nos vuelve obsesivos. Nos convertimos en detectives de Instagram, analizando cada foto y publicación de nuestros «enemigos» en busca de algún defecto, algún tropiezo que nos haga sentir mejor con nuestras propias desgracias.
¿Podemos domar al monstruo?
¡Sí, hay esperanza! La envidia no tiene que ser nuestro destino. Podemos elegir no alimentarla, podemos enfocarnos en nuestras propias metas y alegrías, en lugar de fijarnos en lo que tienen los demás.
En resumen: Adiós al monstruo verde
La envidia es como un monstruo verde que vive en nuestro interior, esperando a ser alimentado por nuestras inseguridades y comparaciones. Pero no tiene que ser así. Podemos elegir ser felices con lo que tenemos y enfocarnos en nuestros propios sueños, porque la verdadera felicidad no reside en las posesiones materiales, sino en la paz interior y la satisfacción personal de cumplir nuestro propósito de vida.
Si sientes un poco de envidia brotando, respira profundo, repite un mantra de amor propio y ve a ver fotos de tu ex con unos kilitos de más. ¡Funciona!